Control de ansiedad frente a la crisis climática

Lamentablemente, nos llegó el momento en el que ya no podemos obviar lo evidentemente: la crisis climática es un hecho real. Las altas temperaturas vividas recientemente en Europa fueron solo “un verano fresco” para lo que advierten los científicos.

Ni hablar de Latinoamérica, donde todavía Puerto Rico está viviendo los estragos dejados por el huracán Irma en el sistema eléctrico de la isla, por solo nombrar uno de los casos más recientes.

Al leer todas estas noticias negativas es normal sentir agobio, porque nadie o la gran mayoría de nosotros desea que no continúen las catástrofes naturales producto de la inconsciencia generada por un sistema económico fracasado. ¿Pero qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos de a pie?

Comencemos por el principio: ¿Qué lees y cuánto de ello consumes? Es recomendable solo estar atentos a las noticias indispensables, especialmente si sabemos que estas nos llenan de un sentimiento de impotencia que pueden disparar un estado de ansiedad.

Segundo, es necesario entender que este es un proceso colectivo, por tanto; de nada va a valer que individualmente nos agobiemos y sumemos más peso a nuestra mancillada salud mental. Los lazos generados desde la solidaridad con otras personas que comparten nuestros sentimientos son vitales.

Lo segundo, probablemente tengamos que ajustar algunos hábitos de vida, porque nos toca hacer lo que mejor se nos da como humanidad: adaptarnos y continuar. Cada quien, desde un profundo autoexamen, debe evaluar qué medidas tomar desde sus propias condiciones.

Míralo de forma simple: Los autojuicios no son nuestros aliados. Evitemos pensar en aquellas actividades que se escapan de nuestras manos. Por el contrario, aprendamos a poner el foco en las acciones cotidianas que sí están a nuestro alcance como evitar el desperdicio de agua, disminuir el consumo de electricidad o aprovechar las caminatas cortas, las bicicletas o el transporte público cuando tengas algunas de esas opciones a nuestro alcance, no solo por dejar una menor huella de carbono, sino por nuestra salud integral.

En resumen: Es indispensable centrarse en aquellos comportamientos que sí podemos hacer desde nuestra trinchera. La culpa, por el contrario; empuja a las personas a un estado de inacción, lo que solamente generará un efecto negativo en tu salud mental y en el medioambiente.

Cuidémonos para cuidar. Esa es la regla que nadie debe quebrar.

Control de ansiedad frente a la crisis climática

Venciendo al COVID-19